Los gases o flatulencias son un proceso habitual que se produce durante la digestión. Para la mayoría de la gente, este proceso transcurre con normalidad sin producir ningún síntoma. Sin embargo, en algunas personas los gases se acumulan y pueden llegar a ser muy molestos.
Entre el 10% y 30% de la población adulta refiere molestias derivadas de la presencia de gas gastrointestinal.
La aerofagia se refiere al aire que tragamos cuando realizamos actividades cotidianas como comer, beber, mascar chicle, fumar o simplemente respirar. Este exceso de gas se acumula en nuestro aparato digestivo, lo que se traduce en eructos, hinchazón abdominal y ventosidades. Los gases no suelen ser graves para nuestra salud, aunque por culpa de este exceso de gas las paredes del intestino son más sensibles a la distensión.
Algunas comidas conocidas como “alimentos flatulentos” pueden provocar gases, flatulencia y eructos después de una comida.
Antes de intentar aliviarlos, primero debes conocer los síntomas que se manifiestan en tu cuerpo que te indicarán que tienes un episodio de gases intestinales.
El carbón activado actúa como antiflatulento, adsorbiendo partículas de gas y sustancias debidas a las fermentaciones que causan distensión abdominal y flatulencia. En el alivio sintomático de los gases, el carbón activado actúa adsorbiendo las partículas de gas intestinal.
La dosis habitual en adultos y niños mayores de 12 años son 2 o 3 cápsulas, al menos media hora después de finalizar las comidas o la manifestación los síntomas.
En mayores de 65 años, la dosificación es la misma que la de los adultos
En niños menores de 12 años se debe consultar con el médico
Dentro de cada grupo de la pirámide alimenticia, hay determinados alimentos que pueden considerarse “flatulentos”. Si te preguntas ¿cómo evitar los gases? Es importante reducir el consumo de estos alimentos:
Alcachofas, col, coliflor, coles de Bruselas, espinacas, espárragos, acelgas, lechuga, nabos, repollo, pimiento, cebolla cruda y pepino.
Panes y cereales integrales, arroz y harinas integrales, lentejas, guisantes, alubias, garbanzos y patatas.
Mantequilla, margarina, mayonesa, frutos secos y alimentos fritos.
Quesos grasos y curados, yogur con cereales, frutas o frutos secos.
Refrescos de cola, bebidas gaseosas, vino tinto y cerveza.
Productos de charcutería. En caso de los huevos, mejor duros, pasados por agua o en tortilla francesa.
Pimienta, pimentón y guindilla
La lactosa (principal azúcar de la leche), la fructosa (azúcar de la fruta) y alcoholes de azúcar como el sorbitol, manitol y xilitol.